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Palabras convertidas en acción

Las palabras tienen poder para crear cosas. En la Biblia encontramos una afirmación muy relevante, ella dice que “el verbo era Dios”; pero cuando observamos el proceso, no solo vemos que en la creación se usaron palabras, sino que también hubo una acción que le dio forma a esas palabras, porque en el relato de la creación dice que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz del abismo. El Espíritu fue la fuerza que le dio poder a las palabras. Las palabras solo pueden crear cuando hay una fuerza de por medio que les da forma a través del movimiento. Vemos un ejemplo de ello cuando a una persona le llega la idea de tener una casa. Esa idea se la comunica a los amigos y a todo el que se cruza en su camino. El quiere una casa (declaración) hasta la dibuja en su mente
(visualización), sin embargo la casa no aparecerá a menos que haya una fuerza de por medio que concrete la acción y haga construir la edificación.

Las palabras solo pueden crear cuando hay una fuerza de por medio que les da forma a través del movimiento.

Las palabras no son suficientes, tiene que haber un poder que las haga realidad, una fuerza que las incube. Las palabras, en esencia, no contienen nada, solo revelan algo. Muchos piensan que pronunciar palabras positivas hará que ocurran cosas positivas, pero eso no ha de suceder, a menos que haya una fuerza que las impulse. Esa fuerza hace que las palabras te revelen las cosas; pero la realización —el concretarlas y hacerlas realidad— depende del movimiento que produzca la fuerza que acompaña a esa palabra.

 

He visto personas con muchos sueños, sueñan en cantidad, se la pasan soñando. Pero muy pocos de esos sueños llegan a hacerse realidad y la razón es porque la mayoría se quedan en un pedazo de papel o en sus mentes. Claro, es muy importante que todo lo que vayamos a hacer esté plasmado en algún registro y que planifiquemos todo lo que queremos. Pero de ahí a que solo sean ideas en un papel que nunca verán su realización es otra cosa. Debes detallar los planes que tienes y escribirlos, esa es la plataforma de una gran acción. Pero si una vez que las escribes las archivas, ese archivo se convertirá en el sepulcro de tus ideas e impedirá que tengas lo que tanto quieres.

 

Conocí a un gran hombre, un muchacho inteligente muy conectado con la fuente de la revelación y la sabiduría (Dios). A pesar de sus habilidades tenía mucha dificultad para tomar decisiones. Eso lo llevó a ser una persona tan temerosa que rara vez convierte una idea en acción.

 

Ahora bien, lo importante es estar consciente de que el punto de equilibrio del proceso con el crecimiento es que nuestras ideas y palabras se conviertan en acciones. Debemos tener siempre presente lo siguiente: Buenas ideas = Buenas acciones. Buenas acciones = Buenos resultados.

 

Recuerda que cada decisión que tomes en el presente se ha de convertir en tu futuro. Un drama que me ayudó a entender el poder de las decisiones fue el de un hombre al que le gustaba jugar con el sentimiento de las mujeres. Su juego llegó al punto más bajo cuando se casó con dos mujeres y las llevó a vivir en la misma casa. Él lo veía algo normal mientras que las esposas trataban de acostumbrarse y de adaptarse a su nuevo ambiente.

 

En su desesperación las dos mujeres se hicieron amigas y comenzaron a descubrir que en ellas había una atracción más grande que una simple amistad. Las dos mujeres comenzaron a sentir que sentían una atracción física entre ellas. (Esto suele suceder cuando dos personas se confunden en lo relativo a su sexualidad debido a que son maltratadas por alguien del sexo opuesto.) Así que las dos se convirtieron en amantes; lo que, por supuesto, empezó a causarle problemas al hombre que se creía un Don Juan. La relación ahora estaba amenazada porque él no podía mantener felices a las dos mujeres que por tanto tiempo habían soportado sus maltratos y humillaciones.

 

Ahora las dos dormían juntas y no se dejaban tocar por él. Eso lo preocupó más porque, a pesar de que estaba manteniendo a dos mujeres, no tenía ninguna. Hasta que llegó el día en que ese señor les exigió que le dijeran el porqué de su comportamiento. Cuando ellas le dijeron la verdad, el hombre —enojado— les dijo que debían irse de la casa. A lo que ellas respondieron que no se irían, ya que una de ellas estaba embarazada de él y que, en última instancia, si persistía en sacarlas de la casa lo iban a denunciar por polígamo. Al hombre no le quedó otro recurso que irse de la casa.

El tiempo pasó, nació el niño y las dos mujeres se encargaron de todo lo que este necesitaba.

 

Un día, cuando las dos salieron a pasear a un parque con el niño, este se alejó un poco de su madre.

 

Ninguna de las dos se percató de que el padre miraba al pequeño de lejos y aprovechó la oportunidad para acercársele y cuando estuvo con él, le preguntó:

 

—¿Quiénes son esas dos mujeres que están contigo?

El chico le respondió:

 

—Mi tía y mi madre.

Entonces el hombre le preguntó:

 

—¿No te hace falta tu padre?

A lo que el pequeño le contestó:

 

—No, porque mi madre y mi tía me quieren mucho y me suplen todo.

La madre, que al fin vio al niño de lejos hablando con un extraño, lo llamó. El muchacho se despidió con mucha amabilidad mientras el padre, con lágrimas en los ojos, se quedó solo mientras un sentimiento de tristeza embargaba su alma. Su mejor amigo, que lo acompañaba y que estaba viendo la escena, se le acercó, lo abrazó y le dijo:

 

—Compadre, le dije que el que juega con fuego siempre se quema. Con esta narración quiero destacar tres cosas importantes en referencia a las decisiones:

 

1. La vida no solo depende de las decisiones que se tomen, más bien depende de las buenas decisiones. No podemos andar por la vida haciendo todo lo que nos llegue a nuestra mente, menos aun lastimando a la gente con nuestras acciones. Por tanto, asegúrate de que cada vez que tomes una decisión sea para un bien común.

 

2. Todas las decisiones marcan tu futuro y el de los demás. Es muy importante tomar en
cuenta lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. El propósito de cada cosa que hacemos marca la diferencia. Por eso es muy importante que nos preguntemos a nosotros mismos para ver cuáles son las intenciones que nos motivan.

 

3. Toda acción produce una reacción. Las cosas vuelven con la misma intensidad con la que llegan. Si te acostumbras a buscar tu crecimiento y tu felicidad pese a la desgracia de otros, subirás en una ola que te dará un éxito momentáneo pero que hará que te estrelles en cualquier momento, cuando menos lo esperes.

 

Hay una canción que me hace reflexionar mucho, su letra dice: “Escogiste tu camino y para siempre ese es tu destino”. Las consecuencias de tus decisiones te pueden acompañar toda tu vida, para bien o para mal. Cuando estaba en mi adolescencia tenía una amiga que se casó con un muchacho sin amarlo. Se casó con él con el solo propósito de castigar su ex novio. Se besaban frente a este; se mostraban cariñosos en extremo, pero solo para castigarlo. Sin embargo, la única que terminó castigada fue ella. Nunca pudo ser feliz y la mayor parte del tiempo se mantenía enferma.

Las consecuencias de tus decisiones te pueden acompañar toda tu vida

No puedes hacer algo y no esperar una reacción; sea buena o mala. La vida de mi amiga nunca más volvió a ser la misma. Puedes arreglar las malas acciones del pasado tomando buenas decisiones en el presente; pero nunca podrás cambiarlas, ya las tomaste y el efecto es lo que hoy eres. Es por eso que quiero que te enfoques en tu presente y no en las acciones del pasado, porque las acciones del pasado son tu presente, pero las acciones del presente serán tu futuro.

 

De modo que, si estás feliz con tu presente, sigue haciendo lo que hasta ahora has hecho. Pero si sientes que algo te falta, que hay un vacío en tu interior, que no tienes todo lo que quieres, es necesario que hagas un cambio. Los cambios son dolorosos, pero es lo único que te asegura resultados diferentes. Lo extraño es que muchos que siguen haciendo lo mismo quieren resultados distintos; pero eso no se puede.

 

La mayoría de las personas se mantienen en su comodidad. Desean crecer y hasta sueñan con hacerlo, pero quieren hacerlo sin arriesgar nada. Sin embargo, es imposible dar un paso al frente sin arriesgarse. Cada vez que estás avanzando, te estás arriesgando. Y eso es así porque toda acción va acompañada de un riesgo. Cada vez que sientas el deseo de superarte, de hacer algo más que lo que has hecho, recuerda que tienes que estar dispuesto a correr riesgos, pero también es importante que sepas que puedes reducir el nivel de riesgo si das los pasos correctos.

 

En conclusión, lo que estoy diciendo en este capítulo es que para que una persona llegue a donde se ha propuesto y alcance sus metas, debe aprender a cruzar el río del proceso. Por tanto, si quieres terminar algo, primero debes empezarlo. Si quieres graduarte en la universidad, empieza por matricularte, no trates de evitar el proceso; al contrario, disfrútalo.

 

Nunca pienses que si pones algo en tu mente hoy lo encontrarás manifestado mañana en tu cuenta bancaria, en tu familia, en tu salud, empresa e iglesia.

 

Todo es un proceso y debes aprender a vivirlo.

 

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